El desequilibrio que producen las toxinas no sólo afecta nuestro cuerpo. Si un día particular, por el motivo que sea, comes o bebes más de la cuenta, la mañana siguiente tendrás pesadez en la cabeza, te será difícil tomar decisiones y, en general, cada acción que debas hacer, costará el doble de energía y esfuerzo sin tener ganas de nada. Ante tales circunstancias, no sólo el organismo se ha resentido sino también la mente, las emociones y el estado de ánimo.
Del mismo modo que las toxinas producidas o ingeridas en el cuerpo afecta a nivel emocional, mental y espiritual, también entran desde estos cuatro niveles (mente, cuerpo, espíritu y afectividad). Así, adquirimos toxicidad a través de una conversación tensa con alguien, al dejar de trabajar con la computadora porque sentimos que nos va a explotar la cabeza o quizá después de una mala noche de sueño sin descanso que afecta el ánimo y se refleja también en nuestro cuerpo y mente.
La forma de combatir estas toxinas efectivamente mediante ejercicios se traduce en tratar de mejorar y optimizar el funcionamiento de los sistemas de desintoxicación del cuerpo, apoyándolos y nutriéndolo bien para reducir la cantidad de toxinas que introducimos en él. Pero esto no sólo implica apoyar a los órganos de eliminación sino actuar sobre nosotros mismos holísticamente para disminuir la toxicidad en los cuatro niveles pues estas toxinas afectan la energía, la organización del cuerpo y el metabolismo. Por ello, con estos ejercicios vamos a dar un cambio energético, a mejorar la organización corporal y acelerar el metabolismo. Todo ello en 10 ejercicios que podemos hacer en 20 minutos. ¿Te animas?
De pie, con los brazos a los costados y las palmas mirando al frente, eleva las manos por delante flexionando los brazos. Cuando llegues a la altura de los codos, gira las palmas hacia abajo y, estirando los brazos como si presionases hacia el suelo, ponte de puntillas. Inspira y retén el aire contando hasta cuatro. Luego suelta el aire y los brazos haciendo vibrar todo el cuerpo, arriba y abajo, mientras bajas los talones.
Frota las palmas de las manos en círculos. Siente el calor generado y colócalas frente a los ojos, sin tocarlos. A continuación, frota la cara yendo hacia la parte superior de las orejas, pasa por toda la cabeza y la parte de atrás del cuello, y deja caer los brazos, relajándolos. Espera medio minuto y repite tres veces.
Con las palmas de las manos en la cadera empieza a frotar el cuerpo hacia abajo a la vez que dejas caer el tronco, relajándolo desde la cabeza, hasta legar a los pies. Suelta cuerpo y brazos ligeramente hacia delante con el impulso de la bajada.
Después, recoge el tronco frotando con las manos por el interior de las piernas. Repite diez veces, soltándote cada vez más, con el tronco enrollándose y cayendo hacia delante.
Con las piernas separadas, desplaza lentamente el peso del cuerpo al pie derecho y luego al izquierdo, pasando por el centro. Aumenta la velocidad y deja los brazos libres, como si volaran. La mano que sube va a parar a la parte interior del hombro contrario, donde nace el meridiano del pulmón, y el antebrazo que va hacia atrás toca la zona lumbar, donde están los riñones.
De pie, con los brazos a los lados, lleva el pulgar hacia dentro iniciando un movimiento en espiral del brazo. Cuando la espiral llegue al codo, deshaz y vuelve al principio. Vuelve a empezar desde el pulgar hasta llegar al hombro y regresa a la posición neutral.
De nuevo hazlo hasta llegar al omoplato. Después hasta llegar al pecho y finalmente implicando a todo el cuerpo. Debes mantener la cadera hacia adelante y doblar las piernas cada vez más, como si al final fueras a ponerte de cuatro patas. Regresa soltando el cuerpo a partir del pulgar hasta la posición neutral. Repite tres veces.
Al contrario que el ejercicio anterior. Desde el pulgar inicia una espiral hacia fuera que sigue por el brazo hasta el codo y deshaz. Repite hasta llegar al hombro, hasta los omoplatos, hasta el pecho y hasta implicar a todo el cuerpo. Cuando el pecho entre en acción adelanta la cadera y dobla las rodillas.
Así evitarás que el peso se concentre en la columna y que esta se doble hacia atrás en las lumbares. Al final el peso está en las puntas de los pies y las pantorrillas.
Frota las palmas de las manos entre sí hasta producir calor. Con las manos colocadas una frente a la otra, dibuja poco a poco una rueda por delante del cuerpo que irá de dentro afuera y de abajo arriba. Visualiza que con las manos mueves un flujo de aire, de luz o de color que va de la tierra al cielo pasando por tu cuerpo. Repite diez veces. a continuación, realiza el ejercicio en sentido contrario, con la rueda girando de arriba abajo y de afuera adentro.
Imagina ahora que es una corriente que baja del cielo y como una ducha de energía te traspasa e impregna hasta la tierra. Procura realizar esta rueda en un entorno adecuado, con una temperatura agradable, una luz tenue e incluso una música relajante.
Para activarlo, siéntate en el suelo con las piernas abiertas, sobre los isquiones, intentando que la columna vertebral esté perpendicular al suelo y la mirada al frente. Después gira el tronco para mirar al pie derecho, estira el brazo derecho hacia arriba y dobla el tronco hacia la izquierda. Respira medio minuto en esta posición e imagina que el cuerpo se alarga y relaja por el costado derecho.
Túmbate de espaldas y siente el contacto de la espalda, la cabeza y las extremidades con el suelo. Después, con las piernas dobladas, separadas como la cadera, y los pies como bisagra, déjalas caer a un lado para que ruede la cadera, cinco veces, siguiendo bien todas las partes del cuerpo que se mueven…
Descansa con las piernas estiradas y observa qué ha cambiado. Después repite al otro lado. al final observa los cambios en el cuerpo con respecto al suelo y en la respiración. Ponte de pie y observa de nuevo.
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Puedes hacerlo de pie, sentado o tumbado. con el pulgar y el índice de la derecha, pellizca la piel que se encuentra entre el pulgar y el índice izquierdos. Sentirás un pequeño pinchazo. Descansa medio minuto y repite cambiando de mano. También puedes hacerlo en los pies.